Nunca he ido de vacaciones. Siempre me he dicho que las vacaciones no me llenaban mucho y que estos viajes son difíciles y estresantes para mí. Pero tengo una amiga muy buena y me llevo muy bien con ella. Solíamos ir juntas de viaje a la República Checa y era muy divertido porque siempre se nos ocurría algo para mantenernos ocupadas. Empezamos a ir juntas a la universidad, en las mismas clases, así que teníamos la gran ventaja de los intereses comunes, y estábamos en sintonía con la misma onda. Un día, un amigo vino a la escuela y se sentó a mi lado.
Tras un momento de silencio, me dijo que se iba de viaje al extranjero y que si quería acompañarla. En mi cabeza pensé: «No sé si me conviene, pero me llevo tan bien con ella que quizá quiera ir». Le dije, » bueno, me lo pensaré y te llamaré cuando lo haga, y ella dijo, por supuesto, vale, te daré tiempo para que te lo pienses, pero lo pasaremos bien y quiero ir a Los Ángeles. Yo había estado trabajando a tiempo parcial, así que tenía ahorros, y le dije que en mi mente estaba más preocupada por el viaje que por el dinero.
Algo como viajar al extranjero ya es algo duro y quién dice que no lo sea, al menos sólo en mi opinión. Así que, una semana después, acabé yéndome a Los Ángeles con ella. Y yo estaba interiormente muy contento porque eran mis primeras vacaciones en pocos días. Para ser sincero, al final me alegré de haber ido a Los Ángeles. Desde entonces, me encanta viajar por el mundo.